Podría decirse que esta nota es una precuela, como diría Netflix, de la anterior. Estados Unidos posee una cultura amigable con los negocios. Desde las políticas de Estado y las leyes hasta el mercado financiero y la idiosincracia empresarial, todo apunta en dirección de producirconsumir y crecer, y porqué no, convertirse en la locomotora del mundo.
Para un extranjero, crear una empresa en Estados Unidos es fácil y rápido. En dos semanas, y desde el sillón de su casa en algún país de latinoamérica, puede darla de alta y ponerla en funcionamiento.  Ahora bien, existe un elemento que a menudo no considera el latino al momento de hacer negocios en Estados Unidos, la variable cultural .
Los latinoamericanos compartimos una idiosincracia y rasgos culturales que nos identifican al momento de hacer negocios pero que difieren de los del país del norte.
Los estadounidense son rápidos y eficientes. No les apetecen los rodeos, las negociaciones extensas, y las largas conversaciones previas. Para el estadounidense la frase “el tiempo es dinero” no es una calcomanía en su automóvil, es un hecho fáctico, comprobable. Los negocios en Estados Unidos fluyen de tal forma que el tiempo que se pierde es dinero real que se pierde. Por eso hay que ser polite pero siempre ir al grano!
En Latinoamérica se suele invitar a almorzar para cerrar un negocio. Se conversa de asuntos triviales, se va rompiendo el hielo de a poco, y recién al final se habla de negocios. La empatía que se logre previamente es clave para la predisposición del interlocutor. En Estados Unidos es al revés, primero se cierra el negocio, sin conocerse entre las partes, sin rodeos, hablando de números fríos y concretos, y después recién se pide la comida y se rompe el hielo, y se habla de trivialidades, pero recuerden, sin exagerar, el tiempo es oro.