El 2024 no será un año más para Estados Unidos. El próximo 5 de noviembre se celebrará su 60º elección presidencial y las candidaturas están que arden.
A poco de comenzar el año ya el ruido electoral se hace sentir con la aplastante victoria de Trump en las internas de Iowa , donde le sacó 30 puntos a DeSantis y Haley. El primero ya anunció su renuncia a la candidatura. “Me siento genial”, dijo el expresidente Trump apenas conocidos los resultados, y no es para menos, todos coinciden en que la tendencia de los 40 delegados que sumó con Iowa es una tendencia irreversible y será el próximo candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos. En la vereda demócrata, Biden había afirmado en su momento que sólo se presentaría a una eventual reelección si Trump fuera elegido candidato. Pues bien, está todo servido para un nuevo capítulo en el duelo Trump-Biden .
Cómo funciona el sistema electoral en Estados Unidos
Primero es importante aclarar que a diferencia de muchos países latinoamericanos el sistema es indirecto , o sea los votantes, tanto para las elecciones primarias como presidenciales, votan a un “compromisario” o elector que luego los representará tanto en las asambleas partidarias que determinan la elección de los candidatos de los partidos, como en el Colegio Electoral que vota al Presidente y Vicepresidente.
Durante los primeros seis meses del año veremos desarrollarse las elecciones primarias, como sucedió días pasados en Iowa, y conformarse las asambleas partidarias que terminarán ungiendo al candidato elegido a través de sus representantes. Finalmente, el 5 de noviembre se llevarán a cabo las elecciones presidenciales, en este caso de forma simultánea en todos los estados. En ese momento el votante deberá elegir a un elector, cada Estado cuenta con un número determinado de electores, que represente abierta y públicamente su intención de voto por uno de los candidatos. Si bien no existe una norma que prohiba luego a este elector votar por otro candidato la realidad es que siempre cumple con su compromiso popular. Una vez transcurrida la elección, cada estado recuenta los votos de sus electores, y el candidato que haya sumado más votos entre todos ellos será a quien voten luego todos los electores de dicho estado. Dicho de otra forma, el candidato ganador se lleva el apoyo de sus electores y también de quienes fueron elegidos para votar a otros candidatos. De esta manera, el estado en cuestión, y todos sus electores, se alinean detrás del candidato ganador. Poco tiempo después de la elección, en el mes de diciembre, el presidente y el vicepresidente de los Estados Unidos son elegidos por el voto de los 538 ciudadanos llamados “los electores” del Colegio Electoral. El ganador se consagra con la mitad más uno de esos votos, o sea con 270.
Un dato particular, y que influye fuertemente en la forma de hacer política electoralista en Estados Unidos, es la gran diferencia que existe en el reparto de esos 538 electores entre los 50 estados. Para dar un ejemplo, California cuenta con 55 electores, Texas con 38 y Florida con 29, mientras que Wyoming con 3, Idaho con 4, y Nebraska con 5. Ante este escenario, y sabiendo que solo se necesitan 270 votos para ganar, los candidatos suelen elegir estratégicamente los estados clave para hacer campaña.
La disputa electoral recién comienza. Hasta junio se echarán las cartas, luego cada candidato hará su apuesta y veremos quién gana.